domingo, 11 de julio de 2010

{{Talleres artesanales en París}}




Tras la inspiración, los bocetos, la elección de materiales y el diseño final, después del trabajo puramente creativo que requiere la alta costura, la responsabilidad de trasladar cada detalle imaginado por el modisto recae en los talleres, refugio de artesanos que hacen de la perfección rutina. De las 106 casas de haute couture que existian después de la Segunda Guerra Mundial, apenas quedaban 20 en los años noventa y hoy sólo ocho. En París, los últimos zapateros, costureras, bordadoras, plumajeros o sombrereros artesanos mantinen viva una profesión que sólo unos pocos tienen el privilegio de ejercer. Para presevar su legado y tradición, Chanel ha ido adquiriendo los últimos talleres dedicados a la confección artesanal de sus más delicados diseños. Por ejemplo los de la colección d'Arts Paris-Moscou, presentados en el parisino teatro Ranelagh, em inspirados en la fascinación de Coco Chanel por la tradición cultural y el folclore de Rusia.

"Todo occidental debería sucumbir al encanto eslavo para entenderlo de verdad", solía afirmar la fundadora que mantuvo un breve romance y una larga amistad con un primo del zar Nicolás II, el gran Duque Dimitri Paulovich. De hecho, la gran duquesa María Paulovna, hermana de Dimitri, fue la directora de su taller de bordados.

Su sucesor frente a la maison, Karl Lagerfeld, puntualiza: " Hay tres cosas de Rusia que me gustan: desde Catalina la Grande hasta Fabergé, el constructivismo y el folclore. Me divirtió mucho mezclarlo todo para la colección París-Moscú".

Altísimas plataformas en oro y plata, riquísimos bordados con amatistas y perlas, cuellos con volados casi arquitectónicos, manguitos bordados con muñecas rusas, cinturones joya, ornados de inspiración bizantina, impresiones con motivos geométricos o folclóricos...

La fastuosidad y opulencia de la colección requería una precisión extrema, algo sólo al alcance de los mejores artesanos del mundo, que se cuentan entre el personal de Chanel.

La Sociedad Paraffection reune hoy siete casas que sirven a distintas marcas además de a Chanel y se dedican también a prêt-a-porter de lujo: Desrues, Lemarié, Michel Lesage, Massaro, Goossens y Guillet.



En Desrues (joyería y bisutería), casa centenaria, 160 empleados moldean, esculpen, tiñen , doran, esmaltan y pulen botones y joyas. En su archivo, un tesoro de ochenta mil piezas cuenta la historia de setenta años de moda. La casa Desrues provee hoy a Chanel y Louis Vuitton, como antes hizo con Jeanne Lavin o Madeleine Vionnet.















Lemarié, fundado en 1880, es el único taller plumajero de Francia, y el lugar donde se realizan las famosas camelias, que llegan a veinte mil ejemplares al año, y también frunces, incrustaciones y volantes.




Los dibujantes y bordadoras de Lesage (1924) ultiman un centenar de bordados para cada colección (su muestrario llega a los cuarenta mil), mientras que los zapatos, siete pares para cada colección ( unas 40 horas de trabajo cada pieza), corren a cargo de Raymond Massaro y sus zapateros de élite.

Los sombreros proceden de Michel, casa fundada en 1936, y las flores de Guillet (1896) dando forma a los pétalos de diez mil modelos distintos.

Joyas y adornos preciosos corren a cargo de los orfebreros de Goossens, una fábrica de fantasías desde 1950.

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